sábado, 22 de mayo de 2010

LA MUERTE NO SE ACUERDA DE MÍ


Aún no había yo salido de mi asombro
y ella me dijo "¡Espera,
no tan deprisa Daniel, tienes mucho que hacer
en esta mustia esfera!"

"Yo ya me quiero ir, ¿pa' qué seguir aquí
que es un campo sin flores?
¿qué podré cultivar si cubrió el chapopote
praderas de colores?

Los días que pasé desde que ella partió
han sido tan sombríos,
aunque aún cuento chistoretes y bulos
a los sobrinos míos.

Y aunque hubo la mujer que de buena gana
ya me ha calentado
la cama de agua que, con grande frenesí
estrené sin cuidado.

Mil árboles sembré, para reforestar
aquellos cerros calvos,
No fue culpa mía que la urbanización
no los dejara salvos.

Y también escribí con grandes sudores
mis sueños y pasiones,
asentando el absurdo correr de tantos años
y apuntes tan juzgones.

Riéndome tan poquito de todas las locuras
que hacían mis hermanos:
engaños y liviandad, sólo trivialidad
que ataron sus manos.

"Óyeme muy bien Daniel que no vine por ti,
es sólo que descanso
-dijo la muerte fría-, mi espalda está cansada,
dormiré en el rellano."

Yo no tuve retoños pues no tuve con quién
disfrutar mi fortuna,
porque sin Laura mi vida era como beber
un agua sin su fruta.

Y todos estos años yo te he estado esperando
pa' que al fin me lleves
con la única mujer que me dejó mi alma
durmiendo entre la nieve.

"¿Óyeme bien, Daniel, a quién crees engañar,
conozco ya tus mañas,
sigue con tu camino, no eres tú por quien vine
es mejor que me vaya."

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