viernes, 25 de diciembre de 2009

DESPUÉS DE LA TORMENTA



Cuando estemos juntos
tendremos un jardín de múltiples colores,
perfumado y coloreado por las flores,
flores de distintos olores.

En tu pelo llevarás una de ellas
que al viento agregará
el perfume del campo silvestre.
Morando en mis sueños,
duermevela.

En ellos caminamos alegres,
como dos almas que se funden
alegres de su existencia.

¡Cuidado con esa flor,
tiene espinas!
És auténtica,
tomémosla con cuidado.

El arroyo murmurando nuestros secretos
en espejismos que reflejan el cielo
y las caprichosas formas de las nubes.

Nos sentaremos tomados de la mano
sin decir palabra,
viéndonos y ocultando nuestras risas
y en serena mirada entraré en tus ojos
como un ratoncito campestre a su madriguera.

Duermevela
El Sol nos descubrirá en obsceno abrazo
y sentirá la envidia que nosotros desconocemos.

Sus rayos ávidos besarán tu frente
y bendecirán tus labios,
labios ocupados por mi boca.

Allá en el horizonte patagónico
donde nace el sol cada noviembre
para florecer las plantas silvestres,
tú, pastorcita de mis flores,
caerás despacio sobre la hierba...

Duermevela...

Convulso instante...

Tu vientre tiembla,
mi corazón palpita como potro desbocado,
la sangre se agolpa,
nuestras rodillas se doblan.

El deseo desbordará nuestros cuerpos
que tras muchos años podrán el fin tocarse
y mi simiente encontrará
el más tibio y dulce lugar para la vida.

¡Dios, qué tarde es!
¡Hemos caído tan bajo!

Nuestra felicidad es escandalosa,
y espanta a Dios mismo.
Pero él nos sonreirá,
seremos sus hijos consentidos.

Mi Laura, el Sol nos abandona,
la Luna al atro lado asoma
despidiéndose de él,
platicándole sobre tu aroma.
El cielo se nubla,
amenaza con bañarnos
con las lágrimas divinas
de nuestro paraíso.

Duermevela...

Hemos regresado a tu cabaña
en las faldas del volcán,
a beber mate.

No hay comentarios:

Publicar un comentario