miércoles, 12 de enero de 2011

MELISSA



La bella Melissa, usando su bombín y zapatos de "clown",
sus demonios, mantienen abajo su espíritu azul
lanza acertijos y besos a toda su tripulación;
pero sus certezas, se difuminan cada vez que siente a Belcebú.

Puntos negros, agora tormentas, se aborrece,
la nube negra se asoma en su fresca frente;
el perro a sueldo de sus miedos se enternece;
mas son sólo sus pensamientos delincuentes.

¡Oh, niña, no lleves tus potros al abismo!,
soy tu alma, ¡que sea tu necedad acobarda!;
esa mirada tuya, da terror tu pesimismo;
-"No puedo puedo más"- dices sin decirme nada.

Las esperanzas mías se pudren bajo la hojarasca impía
aún no son tus frutos, caducos; tus hojas marchitas.
¡Que no recojas hieles, que la esperanza te sonría!
que no hagan caso Dios las plegarias que recitas.

Aparta el cenicero de tus desilusiones,
de tus fracasos por tus miedos constantes,
son fantasmas sin nombre, sombras sin pensiones,
que aniquilaron cada uno de tus amantes.

Pues soy tu creación, tu expósito y tu hermano,
existo en tus tinieblas, en los recuerdos que tu tristeza no mira;
existo porque existes, de mi espíritu no alejes tu mano,
pues soy, Melissa, polvo sagrado que te admira.

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