Cuando mis ojos se sequen,
cansados de llorar esperando
ella encontrará, bulto inerte,
vacío y sin miedo y acabado.
Liberado de mis cargas,
sólo cerraré mis ojos por siempre
y en suspiro silente y tranquilo,
entregaré mi cuerpo al suelo.
Me retiraré a la nada
a la noche perpetua y muda,
odorizada, intangible,
en mi pálida tarde.
Ella, fría e inexorable,
mustía y taciturna,
se retirará invisible,
en su jornada infinita.